Historias de mujeres que no se cuentan

Historias de marthas

Uno más en la lista de cosas por vivir

De ahí en adelante fue fácil; mi cuerpo candente y mi mirada provocadora lo capturaron con tacto y sin prisa…

Venta de medianoche

Esta piel que ya no es mía, desde hace más de quince años, ha perdido su olor inicial, que algún día fue puro…

Similitud entre temporal y permanente

 El problema soy yo. Pienso en mis hijos y mi esposo, quien me supone en actividades académicas. También imagino a la esposa de Jorge…

Campo de batalla

No han vuelto a dirigirse la palabra ya que se juraron a gritos odio eterno y mutuo, en tanto me usaron como testigo abnegado…

Un ocaso tranquilo

Y no me siento culpable, me lo merezco. Tanto hombre que conocí, con los que fracasé y pues éste, con el que literalmente me tropecé, me salió útil.  Me compra lo que quiero y me dice “flaquita”…

realidad sin plenitud

 De esa manera ajusticié a Juan Diego la última vez que me encontré con él, no me dejó otra opción. Esa manía de amarme, a pesar de la relación con su esposa e hijos, es enfermiza…

¿Dónde estarán sus manos?

Fue una maldición que se construyó paso a paso, primero, sus gestos amables que no tardaron en ser acompañados por suaves explicaciones de lo que yo podría ser…

Emociones que arrastran

Las semanas pasaron raudas y pronto pasamos de amigas a historias más candentes que construíamos en nuestra soledad y al margen de la sociedad de la que huíamos…

¿Cómo se construyen los sueños?

Todo en la vida me había imaginado, menos compartir esta vida con la encarnación mediocre de Don Quijote.  Me hubiese contentado con un Sancho Panza, gordo y todo…

Decididamente culpable

Mis diálogos con ella se hicieron difíciles cuando me dijo con certeza, mientras raspaba con rabia y sin prisa la pared blanca, sucia, de nuestras habitaciones; que su historia de vida era sinónimo de dolor…

Nueva suscripción

 Esa madrugada fui presurosa a bañarme, costumbre posterior a las noches en que nuestros cuerpos se juntaban, pero ya no nuestras almas…

Mi compañera de labores

Con la brusquedad de mi cultura le digo “bájate de ese bus”, porque a su edad se ve ridículo posar de quinceañera en celo. Se calla, se aleja y al ratito viene…